Es la historia de una
muchacha, apenas una niña, Aixa, que parte del Pirineo central junto a su clan
y viaja, aprovechando un leve deshielo y mejores condiciones climatológicas, hacia
lo que hoy es el Urdaibai, en Vizcaya.
La época era bien
distinta. Hoy la conocemos como el paleolítico, el periodo más largo en la
historia del ser humano. El mundo era diferente. El miedo a lo físico, tal vez
mucho mayor. No lo sabemos con certeza, nos cuesta imaginarnos lo que sentían,
el miedo ante los peligros, la angustia por la debilidad propia de aquellos
hombres y mujeres, sus sensaciones ante lo material y ante lo invisible, ante lo
que les amenazaba –los animales, el clima, la obscuridad, el afán por la
supervivencia– y ante lo que no veían, lo que no comprendían. Puede sin embargo
que no fueran tan diferentes a lo que somos ahora, a pesar del tiempo y de las
tecnologías, aun cuando tengamos, creemos, más seguridades, pero también tenemos los mismos miedos, las mismas incertezas.
La escritora Inma Roiz se
ha metido en la cabeza de esa niña y nos ofrece su última novela, El viaje de Aixa, publicada por El Gallo de Oro, en la que nos propone recorrer
no sólo el mismo trayecto que el clan, también el recorrido interior de la
muchacha y de los hombres y mujeres que le acompañan. Cualquier viaje, ya lo
sabemos, es sobre todo interior, lo que vivimos y vemos nos va modelando, nos
confronta con el mundo, pero también con nosotros mismos. Para Aixa no va a ser
diferente. Para los lectores, tampoco.
En este recorrido
literario, Inma Roiz ha contado con la ayuda de Rober Garay, quien aporta a la
novela sus ilustraciones que a todas luces refuerzan la contundencia del
relato. Pero también le ha ayudado a comprender, en la medida en que sea posible adentrarse en un tiempo diferente, aquel periodo de vida del que nos
separan más de diez mil años.
De todo esto nos hablaron
el pasado jueves 12 de diciembre en el Centro Cultural Santa Clara, durante la
presentación del libro, Inma Roiz y Rober Garay.
Inma Roiz nos explicó cómo afrontó el reto de ponerse en la cabeza de Aixa y entender sus
condiciones de vida. Para ello, Rober Garay compartió con ella su conocimiento enorme de esa época,
los datos y las interpretaciones variadas sobre la época, pero también la
acercó a la experiencia física de las cuevas y de los caminos, recorrieron
lugares sin duda muy parecidos a los que viera Aixa y pudo mostrarles
experiencias que viviera cualquier persona de aquel tiempo, las herramientas,
por ejemplo, que ya empleaban o las armas con que cazaban. Contra lo que
podemos creer, se baraja la posibilidad de que las mujeres participaran también
en la caza, actividad sin duda central entre aquellos clanes.
La introdujo también en
las primeras manifestaciones del arte, aquellas pinturas rupestres cuya
interpretación nos es difícil de comprender en toda su envergadura, pero que ya
sabemos que implicaban más significados de lo que hemos sospechado hasta el
momento. Incluso se han acercado a la música de aquella época, que algunos
investigadores han empezado a estudiar.
Las explicaciones nos
encandilaron a todos y dejó claro el reto enorme que tuvo la escritora para
afrontar su novela. Fue una invitación a su lectura, el sumo placer que
supondrá introducirse en sus párrafos, sostenidos por la conciencia de un
tiempo tan apasionante y prolijo.
Enorme paciencia la de aquellos cazadores recolectores de los tiempos antiguos, y no menos paciencia la vuestra, que atendisteis sin pestañear en Portu, al relato de nuestras densas batallas ;-)
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