Un año más, ante el
inicio de las Navidades, hemos llevado a cabo nuestra suelta de libros ya tradicional por la Noble Villa de Portugalete. Hemos
ido dejando libros en todos los barrios, para que de este modo algunos nuestros
vecinos obtengan la pedrea de una lectura al azar.
Con esta costumbre
queremos fomentar el placer de la lectura, es un pequeño gesto que pretendemos
repetir en todas las Navidades, al igual que los intercambios de libros
realizados a lo largo del año, porque creemos también que, además de la
satisfacción personal que obtenemos con la lectura, la literatura posee una
componente social enorme que hemos de potenciar.
Intercambiar libros,
comentarlos en grupo, que sean una parte esencial de nuestras vidas, este es el
fin de nuestro pequeño gesto.
Bien pronto, cuando aún
no había amanecido, nos reunimos un pequeño grupo para comenzar un recorrido por
la Villa y cuando ya se ha impuesto la luz del día los primeros paseantes
matutinos de domingo, que este año además disfrutaron de una mañana muy grata, se
encontraron con libros en los rincones más insospechados de calles y plazas, en
las ventanas o junto a los portales, arrimados a estatuas o cerca de las
fuentes.
Apenas unas horas después
esos libros están ya en las manos de nuevos lectores. Es una pequeña sorpresa,
un premio tal vez insignificante en términos materiales, pero enorme para quien
conoce el valor de la lectura.
Un rato después, cuando
nos acercamos al mediodía, tuvimos una lectura colectiva de cuentos navideños,
esta vez de Hans Christian Andersen, en una maratón lectora que llegó hasta
pasadas las dos.
Los soportales del
Ayuntamiento fueron el lugar escogido y no pocos paseantes se acercaron a
escuchar y algunos a leer, y de este modo pasar un rato agradable para compartir
historias y amistad.
Una buena manera, sin
duda, de ir acabando un año más y aspirar a un 2020 más literario si cabe.
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