lunes, 25 de noviembre de 2019

Gyotaku en el Itsasmuseum




Cuenta la leyenda que su origen se remonta al periodo Edo, entre el siglo XVIII y XIX, cuando un noble logró capturar un enorme pescado y quiso vanagloriarse ante el Emperador, pero no estaba cerca para mostrárselo, y a uno de los samuráis que le acompañaban se le ocurrió embadurnar el pez con tinta para ponerlo luego entre dos papeles y frotar suavemente con sus manos, de modo que quedó grabado y de esta forma se pudo ver la envergadura del animal.




Lo emplearon después los pescadores, también para dejar constancia de las capturas. Dicen que por las escamas de los peces se puede conocer su edad, de allí que se fuera afinando el método para no perder detalle alguno. Es importante el papel a emplear como la tinta, pero lo fundamental es el modo de frotar sobre el papel para captar la imagen del animal. Frotar se dice taku en japonés. Gyo significa pez.


Pronto se convirtió en un arte, el Gyotaku, que se expandió por Japón pero también por otras costas de Asia. El refinamiento logró que se buscara una mayor pulcritud y delicadeza. Se comenzó a emplear también con otros animales del mar.

Este pasado domingo, el 24 de noviembre, tuvimos la ocasión no sólo de apreciar algunos de estos grabados, sino también de que nos los explicaran José María Ferarios y José Abel Sánchez, ambos creadores, artistas y difusores de esta técnica entre nosotros. Exponen de modo conjunto en el Itsasmuseum de Bilbao, allí donde hubo astilleros no hace tanto tiempo y el mar estuvo tan presente, lo está aún hoy, y ambos nos fueron contando cómo se lleva a cabo la técnica de grabar peces en papel.

José María Ferarios, hombre muy relacionado con el mar, nos fue contando los secretos de este oficio artesanal, su tradición y la técnica cuidadosa y ponderada, los distintos papeles que se requieren, los que mejor resulten para captar los perfiles y los detalles del animal que se pretende grabar, las tintas que se necesitan y, sobre todo, el modo de frotar para que el resultado sea idóneo. José Abel Sánchez, por su parte, aplica color, mezcla otros elementos con resultados a veces sorprendentes y aprovecha también lo desechado por José María Ferarios para dar con otros formatos y otras maestrías.

No cabe duda de que el resultado nos fascinó e intrigó a la vez.

Nos hablan, entre grabado y grabado, de los talleres que organizan y del interés que despiertan entre niños y mayores. Entre grabado y grabado también escuchamos poemas sobre el mar y viejas leyendas del Japón.

Y así se nos fue la visita, fascinados por los mundos marinos y por los grabados que invitan a soñarlos.

Las fotos son de José Luis Gutiérrez Landa





lunes, 4 de noviembre de 2019

Lecturas en la noche de ánimas


Al final, cualquier excusa es válida para reunirse, para que nos demos compañía y  nos dediquemos a contarnos historias. Esta es, al fin y al cabo, la verdadera función de la literatura, da lo mismo que sea al calor de una hoguera una noche de verano o junto a la chimenea en el frío invierno, por una razón cualquier o por una fecha determinada, el día del libro por ejemplo o el nacimiento de un escritor, o porque de algo habrá que hablar, ya estemos en el campo, en una casa o en un bar, también da igual que empleemos un libro convencional, en papel, si puede ser algo ajado y amarillentas sus hojas, o cualquier formato de esos que se emplean hoy, lo que importa, lo que de verdad tiene valor, es leer y compartir relatos, ideas y sensaciones.

Vale, es verdad, Halloween es una fiesta importada, algo que hemos visto una y mil veces en películas y en series norteamericanas, no es una costumbre nuestra, si es que hay en verdad algo nuestro, digamos que de esas cosas que se remontan a cientos de años, también es cierto que se ha empezado a poner en práctica hace cuatro días, como quien dice.

Pero ¿acaso hay alguna costumbre que no sea importada, que adoptemos en algún momento, que finjamos que es real?¿No somos al fin y al cabo consecuencia de mezcolanzas varias, de gestos que se intercambian, a veces se imponen, en ocasiones se van asumiendo sin que nos demos cuenta, incluso por puro placer?

No otra cosa es la literatura, un sinfín de autores que escriben en un sinfín de lenguas y emplean un sinfín de historias que les inspiran, a veces se las prestan unos a otros, se las toman de inspiración, reescriben los mismos relatos una y otra vez, y los leemos también una y otra vez porque cada lectura ejerce un efecto distinto. Además, aquí también, lo que importa no es la repetición, sino lo que sintamos en cada una de las lecturas.

Así que la noche de ánimas o de muertos o de espíritus macabros, lo que sea, nos reunimos en la terraza del bar El Allende, en pleno Portugalete, y mientras por las calles del casco viejo de la Villa se cruzaban gentes del lugar con disfraces variados, un tanto tenebrosos y por supuesto mortuorios, nosotros nos dedicamos a compartir historias, un rato lago disfrutando con la literatura.

No pudieron faltar Poe, Bécquer o Larra, pero también otros que nos obnubilaron, nos sacaron un poco de resquemor o, por el contrario, nos hicieron reír, que también los hubo. Llegamos incluso a cantar, aun cuando esto contraviniese el deber de sentir miedo o incertidumbre. No olvidemos que hablamos de la muerte y del más allá, no cabe más incertidumbre. Pero nada da de verdad miedo si se comparte un rato de camaradería y de literatura.